jueves, 14 de mayo de 2009

Hablamos de almas. La mía ya no está. Hablamos de lunas, incandescente rayo de luna, pero al día ya no está. Y la noche, apariencia que se escurre, sombra y humo que asciende, desecho y versátil. Pequeña pestaña que cae de la cara, que flota sumergida en nada y despacio recorre el trayecto, va y viene y leve el aire y la estela, y leve el polvo que remueve cuando vencida se estrella en la tierra. Hablamos de almas, y la mía ya no está. Almas como humo o estela o aire o sombra o rayo. Pero a mí, el filo de plata que amenaza mi garganta me da miedo y me da ganas. Pero a mí cuando se me clava, ni humo ni estela ni aire ni sombra ni rayo, ni nada acude; y es sólo sangre lo que se derrama.

Tengo el corazón abierto, vulnerable.