domingo, 28 de febrero de 2010


Quiero volver a tener el puñal entre los dientes
Abordar navíos y ver sangrar la herida
Amar sin miedo
Exprimir el jugo
Rebañar el plato
Calmar la sed
Llorar
Y reírnos.

Tener la mente donde el cuerpo
que no quiero soñar más.

viernes, 5 de febrero de 2010

“Y el burgués, en un punto medio atemperado, intenta vivir entre los dos extremos, jamás será un mártir, jamás aprobará su aniquilamiento; al contrario, su ideal no es la entrega, si no la conservación del yo (…). Resumiendo, intenta establecerse en el punto medio entre los dos extremos, en una región moderada y saludable, sin fuertes tormentas ni temporales; y también consigue lograrlo, aunque a costa de esa intensidad de vida y sentimientos inherente a toda vida que se ajuste a lo absoluto y a lo extremo. Sólo se puede vivir intensamente a costa del yo. Pero lo que el burgués tiene en más alta estima es el yo, cierto que un yo desarrollado únicamente de modo rudimentario. Por lo tanto, consigue conservación y seguridad a costa de la intensidad, cosecha tranquilidad de conciencia en lugar de obsesión divina, obtiene bienestar en vez de placer, cambia la comodidad por la libertad, trueca el fuego mortal por una temperatura agradable. Así, pues por su condición, el burgués es una criatura de impulso vital débil, medrosa, temerosa de cualquier exposición de su persona, fácil de gobernar. Ha impuesto por este motivo la mayoría en vez del poder, ha colocado la ley en lugar de la fuerza, y ha hecho que el procedimiento del plebiscito sustituya a la responsabilidad.
Es evidente que este ser débil y medroso no puede mantenerse por muy grande que su número pueda ser; que, en razón de sus cualidades, no podría desempeñar en el mundo otro papel que el de rebaño de ovejas entre lobos errantes. Vemos, sin embargo, que aunque en época de regímenes duros el burgués es aplastado inmediatamente contra la pared, jamás sucumbe a pesar de ello, e incluso, a veces, da la impresión de gobernar el mundo. ¿Cómo es posible tal cosa? Ni el gran número de los que componen el rebaño, ni la virtud, ni el sentido común, ni la organización serían lo bastante fuertes como para salvarlos del hundimiento. A quien de antemano tiene una intensidad vital débil no hay medicina en el mundo que lo pueda conservar con vida. Sin embargo, la burguesía vive, es fuerte y próspera. ¿Por qué?”


El lobo estepario
Herman Hesse