sábado, 26 de diciembre de 2009


La que no es
ni simula
ser neutra

La voz humana
que no es eco
ni suena por sonar

lunes, 14 de diciembre de 2009


El aire parece de cristal
y nos mecemos en su filo,
como el sonido agudo de un piano
en una sala grande, fría y vacía.

El eco de unas manos
rozando el pergamino y el polvo
de un libro viejo.
Unas manos ariscas
de aristas deshidratadas.

Que la lluvia me moje descalza
por la tierra húmeda y húmedo vientre,
y baile despacio con los pies hundidos
y el cuerpo blando.

lunes, 16 de noviembre de 2009


Tienes miedo. Miedo a perderte y también a estar atado, preso, anclado, a la rutina y a tenerlo todo claro y a verte rodeado de espacio y no querer moverte por temor a la responsabilidad del acto, del tuyo, que es ese y no otro. A mirar lo pequeño y ver cuanto pequeño hay en lo grande, y el universo, que cuanto más conocemos lo grande más se determina, más queda delimitado y más y mayor hay detrás de la frontera y más y más prescindible tú. Miedo a saber lo que hacer mañana y pasado y al otro, miedo a no saber qué hacer mañana, ni pasado, ni al otro. Miedo porque todo pudo ser de otra manera, por qué y porque ha sido así. A estar encerrado en un cuerpo, a no estarlo, a la muerte, a la eternidad, a ver crecer la hierba y como la vuelven a cortar, ver crecer el pelo y como lo vuelves a cortar, a no verlo. A no ver lo estático mañana y pasado, y al año asustarte del tiempo y preguntarte qué has estado haciendo. Y sales de casa solo, paseas por las aceras solo y con tiempo, o sin él porque no tienes nada que hacer después. Así que caminas, a ninguna parte, porque no has quedado con nadie ni con ningún lugar. Caminas sin motivo sino por el placer de hacerlo o por el no sé qué de la inercia. Te paras y te sientes como una piedra en la autopista, como un dique en medio del mar al que el oleaje golpea con la fuerza y ferocidad del tiempo y el movimiento. Te asustas. Así que mueves un pie y luego el otro y otro, por el no sé qué de la inercia, y vuelves a caminar con nadie o sin alguien, hacia ningún lugar.

martes, 20 de octubre de 2009

Si quieres hacemos lo de siempre, me invento un amor ideal, así los dos sabemos como va. Empiezo dejando correr la risa tonta, esa que tanto te gusta, así me conociste. Mirarte misteriosamente cuando tú me preguntes y no contestar nunca. Te insinuo y no dejo que me toques, te sonrío a mitad, voy dos pasos por delante de ti cuando paseamos y nunca te llamo. Te propongo estupideces para creerme super especial, tu te lo crees aun más. En el banco del parque soñaremos con viajar, a los dos nos gusta, así que lo haremos juntos. Pero es que todas las tardes nos sentamos en el mismo parque. Para romper los silencios, incómodos, te beso una y otra vez, tú estás caliente, me respiras al oído. Dejo que me desees como a una puta y me crezco, solo entonces, cuando tu mano empieza a tocarme por dentro de las bragas, me aparto. Soy la chica y tengo que tener miedo mientras me dejo hacer. Esperamos conocernos más para follar, aunque nosotros haremos el amor. Me dices te quiero, yo nunca te digo nada, pero tú lo sabes, solo tienes que mirarme a los ojos claro. Todo el mundo sabe lo felices que somos. Y yo me aburro.

martes, 8 de septiembre de 2009

Las balas no hieren a los fantasmas

viernes, 28 de agosto de 2009

Soy incapaz de transmitir un pensamiento en bruto. Ya nada es original, ni innovador, ni innato. Las palabras hacen presas a las ideas, es como definir libertad. Este es el arte de reproducirlo con más o menos certeza. Podríamos intentarlo representando las descargas eléctricas que recorren el cerebro con la carga del pensamiento, las conexiones y fogonazos entre átomos y sustancias químicas. Un espectáculo de luz.
Pero no, yo trataba de arrancar alguna idea virgen, aquello que no haya sido envenenado con la moral adecuada. Soy incapaz. Total, seguro que ya lo venden en las tiendas, y en un par de años estará de moda.

domingo, 16 de agosto de 2009

A veces me place la intimidad mental que mantengo conmigo, y otras, me siento en la más absoluta soledad. Me gusta pensar que soy yo, aunque todos inflemos algunas verdades y nos convirtamos en vanidosos, y la verdad más absoluta de que somos absurdos, tratemos de ocultarla la mayor parte del tiempo, con o sin intenciones. Soy absurda, y me río ahora de ello. Empezad a reír y salir a jugar con vuestra mente y maravillaos. Intento transmitir torpemente esta levedad. Me importa. Soy fiel a lo que oculto y un poco menos a lo que muestro. Será cobardía, será…
Y al fin y al cabo, la realidad es lo que cuenta, lo hecho es lo único que queda. Y poco más. Y da pena.

domingo, 9 de agosto de 2009

Miedo

"Jamás pensé estar hecha de cristales,
ser esta frágil versión de mujer enfebrecida,
tener tanto terror entre las manos."



domingo, 12 de julio de 2009

Las nociones pierden
Olvido la prisa
Escucho los ojos
Alcanzo el horizonte
Espero al mundo
La gravedad miente
La evidencia no recuerda
Cierro la boca
Destapo el silencio
Las manos lloran


mierda

jueves, 14 de mayo de 2009

Hablamos de almas. La mía ya no está. Hablamos de lunas, incandescente rayo de luna, pero al día ya no está. Y la noche, apariencia que se escurre, sombra y humo que asciende, desecho y versátil. Pequeña pestaña que cae de la cara, que flota sumergida en nada y despacio recorre el trayecto, va y viene y leve el aire y la estela, y leve el polvo que remueve cuando vencida se estrella en la tierra. Hablamos de almas, y la mía ya no está. Almas como humo o estela o aire o sombra o rayo. Pero a mí, el filo de plata que amenaza mi garganta me da miedo y me da ganas. Pero a mí cuando se me clava, ni humo ni estela ni aire ni sombra ni rayo, ni nada acude; y es sólo sangre lo que se derrama.

Tengo el corazón abierto, vulnerable.

jueves, 23 de abril de 2009

Y me hago nada

Cuando no quedan días se desarma el sol. Se apaga la luz para los vivos, aquellos tan inertes, translúcidos. No quedan noches, amantes, para lo aparente, para aquel gélido abrazo. Se van desgastando icebergs, al tiempo, en un océano indiferente. Y cuando no quedan lunas pierdo las ganas. Viento azota mis pulmones para, si acaso, respirar. Y me hago nada. Nada como exhalar al aire, como llorar en agua, como cerrar los ojos.

domingo, 19 de abril de 2009

Con la fuerza que rompe una ola
la roca,
una explosión de cargas eléctricas
agrieta cielo y suelo,
hasta estremecerse en el trueno.
Profunda como la lluvia cuando cala
y el olor a humedad que se adentra.
Como el glaciar que quiebra la montaña
y el río que forma el valle
hasta el centro de la tierra.
Como el fuego sobre el agua.
Y el rayo, energía y fogonazo
en infinitésimo tiempo,
para volver a la oscuridad más recta,
más opaca.
El yunque agoniza por el fulgor de su obra
fundida en odio y sudor,
al filo más letal,
al metal más poderoso.
Transforma sonido en dolor,
de navaja en piel,
de daga en sangre,
de espada en corazón.

martes, 24 de marzo de 2009

“Para los norteamericanos la democracia es eso: dejar que en su país todo el mundo vote y pase el week-end leyendo tiras cómicas, dejar que todo el mundo (menos los negros, que están en penitencia) se sienta ciudadano, y por otro lado aprovechar al máximo el trabajo pichincha del chusmaje latinoamericano. Para mí, en cambio, democracia es esto: escribir todos los días un editorial de ejemplar madurez y corrección política, y telefonearle en seguida al Jefe de Policía para que les dé garrote a mis obreritos en huelga. Yo no tengo dudas. Ya que me tocó nacer en un país de mierda, yo le correspondo. Lo uso para mí, eso es todo. Tu bisabuelo hablaba de Patria, tu papito habla de Nacionalismo, vos hablás de Revolución. Yo te hablo de mí, botija. Pero te aseguro que conozco bastante más de mi tema que ustedes del suyo. ¿Que somos colonia? Claro que sí. Afortunadamente. Pero, decime un poco. ¿Quién quiere aquí ser independiente? A ver esas bombitas, por favor. Te juro que no me asustan. Una cosa te digo. Es más probable que algún día algún obrero al que yo despida o insulte, porque me gusta insultarlos, vaya rumiando hasta su casa, rumie allí otro poco mientras toma su mate, compre luego un revólver, vuelva hasta la fábrica y me pegue un tiro; es más probable que eso ocurra algún día y no que suceda algo tan descartable y tan insólito como que tus izquierdistas de café se pongan de acuerdo, armen al fin el rompecabezas de sus escrúpulos y matices, y decidan ponerme una bomba en el Impala. Para matar a un tipo hay que despertarse cornudo, o tener huevos, o estar borracho. Y ustedes toman cocacola.”


Gracias por el fuego
Mario Benedetti.

domingo, 22 de febrero de 2009

Sobre anarquía

No sé si lo que a continuación expongo es una mera trascripción de los sentimientos de una adolescente indignada por el valor que se le ha dado en la historia a la palabra anarquía, y de mi inclinación, casi sentimental, por el anarquismo.

Al referirnos a la anarquía, de forma coloquial, siempre se ha dado a entender por el caos, el desorden, la violencia y destrucción. Anarquía, etimológicamente significa no-estado o falta de estado; entonces, ¿cómo es posible una sociedad sin estado, sin leyes, sin autoridad? Nos da miedo. Una locura. La anarquía sólo es una locura, pero ésta, con unas pinceladas de racionalidad y de sentido común, se convierte en una idea lícita, práctica y tremendamente bella.
A mi entender, el principio de la anarquía es el valor del individuo, su libertad suprema y absoluta. Y es el individuo por encima de cualquier poder e institución, el ser humano como persona, el ser humano como igual a otro ser humano, reuniendo en la palabra persona todas las cualidades de éstos. Si algo hay que nos diferencia de los animales es la libertad, es el saberse uno mismo, el saber del otro, pero por encima de todo esto, está el amor, la facultad de amar a otro igual, la abnegación y hasta el altruismo.
Creo fundamental comprender, por difícil que parezca, que es ésta y no otra la cualidad que caracteriza a la persona, que va implícita en nuestra naturaleza humana, por encima de todo principio de poder y de placer o de ley del mas fuerte. Porque la creación de la moral, de la cultura, de lo que se dice antinatural, ha sido ensuciada por ser el reflejo de la sociedad capitalista actual. Que nuestro “feroz” animal sólo pretende el cuidado de sus crías, y sumándole la virtud del raciocinio y los sentimientos, podremos llegar a comprender una sociedad anárquica, de personas, con sus excesos y sus defectos, con sus errores, sus trastornos, su odio, pero totalmente libres.
Hemos creado la necesidad de la autoridad, del poder. Igual que el dinero y la propiedad crearon la desigualdad. Y esto se traduce en manipulación. Órdenes que provienen de la voluntad de unos pocos, el estado y las oligarquías, los que se guían por el instinto de poder, a cuál más poseer. Al contrario que las masas que, aunque ahora adormecidas por la demagogia y asentadas en un sistema de bienestar frívolo y materialista, han pretendido destruir una sociedad de valores corruptos, el invento de una autoridad opresora y ofensiva que defiende un poder imaginario, ese que nunca conduciría a la felicidad.
Esta es la razón de la revolución, la razón de la lucha por un mundo de humanos, en el que el único poder esté en el individuo y la cooperación de estos, un mundo imperfecto, como nosotros; pero libre. Porque la sociedad debe de ser el reflejo del ser humano como ser humano, de la persona como persona, de la mujer, del hombre, y para ellos debe ser, para nosotras.
El mundo cambia por enfrentamientos, cambia por diversidad de opiniones, esa diversidad que nos enriquece, que hace que el curso de la historia siga adelante. Pero siempre se han discriminado las diferencias, siempre se ha marginado lo extravagante, las nuevas ideas, como esta, la anarquía, enfundadas en falsas pretensiones por la sociedad, por el sistema. En una sociedad de iguales, de horizontales, que ningún poder sobresaliera, serían imposibles los conflictos, y sería posible la heterogeneidad del pensamiento sin llegar al enfrentamiento ya que, de por medio, no habría mero fin lucrativo. “No son personas, sino instituciones lo que hay que destruir”.
Una sociedad donde ni Dios, ni patria, ni ley, nos domestique. Una sociedad donde la identidad de uno mismo se valore por encima de cualquier creada entidad, de cualquier bien material. Donde el dueño del “yo” sea el “yo”. Porque la anarquía es responsabilidad, por la libertad.
Hay cantidad de tratados de cómo se organizaría la sociedad anarquista, la economía y el trabajo. Pero esto sólo es teoría, dejemos por una vez paso a la práctica. No la pongamos por utopía, que éstas son las realidades de mañana. Que nunca se dio, que por qué no.

Y concluyo:
aunque este siga siendo mi pobre mundo onírico.

miércoles, 11 de febrero de 2009



Necesidad de escribir quizás. Necesidad de un llanto íntimo y silencioso, de sacar uno a uno los pedazos, el cristal afilado de mis entrañas. Quizás también desprenderme de la pureza que queda en mis venas, y luego solo inyectar veneno, que se deslice por mi cuerpo, como serpientes tenebrosas, amenazando, traspasando lo inquebrantable, apuñalándome, letales.
Y conocer el dolor.
Llorar sucias lágrimas de ácido. Arden los ojos. Vagando desnuda y ciega sobre el asfalto, sobre charcos, bajo gotas de agua, que permeable mi piel, calme la agonía del sentir, del revivir.
Vestidos de dinamita

Me tengo que ir a comprar las pinturas con las que me disfrazo todos los días para que nadie adivine que tengo los ojos chiquitos (como de ratón o de elefante). Estoy yéndome desde hace una hora pero me retiene el calor de mi cuarto y la soledad que, por esta vez, me está gustando y los libros que tengo desparramados en mi cama como hombres con los que me voy acostando, en una orgía de piernas y de brazos que me levantan el desgano de vivir y me arañan los pezones, el sexo, y me llenan de un semen especial hecho de letras que me fecundan y no quiero salir a la calle con la cara seria cuando quisiera reír a carcajadas sin ningún motivo en especial más que este sentirme preñada de palabras, en lucha contra la sociedad de consumo que me llama con sus escaparates llenos de cosas inalcanzables y a las que rechazo con todas mis hormonas femeninas cuando recuerdo las caras gastadas y tristes de las gentes en mi pueblo que deben haber amanecido hoy como amanecen siempre y como seguirán amaneciendo hasta que no nos vistamos de dinamita y nos vayamos a invadir palacios de gobierno, ministerios, cuarteles... con un fosforito en la mano.

Gioconda Belli

domingo, 1 de febrero de 2009



Hoy me ha pasado,
me lleva pasando
que si te vas
me llevas contigo,
y ya no me queda nada
allí donde estoy,
donde me quedo.

martes, 27 de enero de 2009


Oscurecía. La niebla inundaba el aire y no conseguía ver más allá de uno o dos metros a mi alrededor. Estaba asustado. A tientas intentaba alcanzarla, pero me tropezaba en el suelo pantanoso y el agua helada se colaba por las suelas de mis zapatos. Me estremecía sin quererlo. Los charcos desprendían un hedor putrefacto, enrarecido, que hacía mi búsqueda desesperante. Tan misteriosa era ella, la había mirado fascinado, solo un segundo, pero pude contemplar sus facciones marcadas, algo duras, su tez pálida y su mirada de una madurez precipitada, no acorde con la tersura de su piel. La miré solo un segundo y huyó. No sé que me hizo seguirla, le grité pero no obtuve respuesta alguna. Silencio. Ahora la busco, perdido en esta niebla, en esta niebla infinita.
Empezaba a agobiarme, y por segunda vez tropecé. Caí de bruces en el agua, mis manos se hundieron en el fango y maldije a mi mala suerte. Cuando levanté la cabeza me pareció ver una luz, la mire con curiosidad. -¿Un fuego fatuo?-me pregunté. No, no podía ser, ahora no. Había leído mil historias misteriosas sobre ellos, el guía al infierno de los perdidos. Me recorrió un escalofrío. Despacio ahora, intentando volver a respirar con normalidad, me levanté. Anduve un trecho guiándome por la luz, cuando, de repente, la voz grave de un hombre retumbó en el pantano. Después un grito ahogado y un chapoteo. Corrí hacia la luz con sorprendente rapidez, el corazón en un puño. Algo sucedía. Ahora muy cerca pude oír el ruido metálico de un candelabro estrellándose contra el suelo y unos pasos apresurados dándose a la fuga. Era esta luz, este fuego. Me deslumbraron las llamas propagadas por las velas, me rodeaban e iluminaban todo mi alrededor, el pantano desolado. Refulgía luz en la superficie del agua, destellos espeluznantes, como si cobrasen vida. En lo profundo de las aguas, entre la tierra removida se dejó entrever el ondear de unas ropas oscuras. Una cara hermosa, pálida, exhalaba de su boca el último aire de sus pulmones, el último suspiro. Expiraba. Sus labios tornaban violeta amoratado. Contuve la respiración. –No, no.-dije. Allí estaba ella, en lo profundo, entre la niebla.

martes, 13 de enero de 2009

Arderá mi pecho glacial
como alma inflamable.
Dame la chispa
que incendie mis sentidos
y gritaré.
Bailaré entre las llamas
que me lamen la piel,
que me queman,
me hieren.
Y el calor derretirá
las palabras en mi garganta,
sonará melodía desgarrada
pero inaudible, ininteligible.
Impregnaré el aire de aullidos famélicos,
de pasión, de guerra y desesperación,
de que no me oyes,
que ladro sin voz,
y me asfixio en el vacío,
que no respiro,
no respiro.
En lo alto de la colina,
danzaré fogosa,
incasable, insaciable,
sin consuelo ni rendición.
Perduraré hasta consumirme,
exhausta,
despacio, despacio,
hasta que el último sudor resbale,
hasta que el fuego
el último humo expire.
Hasta morir.

Quiero escribir otros versos,
vehementes, violentos,
cargados como la tormenta que siento,
aquí en mi pecho,
adentro.
Quiero describir para ti
el intenso rojo de mi sangre,
que se acelera,
que me quema
si no te digo,
si no te digo, amor.

Como fiera desatada,
como torrente embravecido,
te digo, amor,
incontrolable,
incontenible.